abril 19, 2024

Laboratoria: talleres de programación para empoderar a las mujeres


Foto: Pexels. Thesisingeenerin.


Debido a estereotipos y brechas de género, pocos proyectos son los que impulsan a las mujeres para que puedan superarse e integrarse al mercado laboral. Y si hablamos del campo de la tecnología, las oportunidades están todavía más limitadas. Por eso es tan importante que sigan existiendo proyectos como Laboratoria y que surjan muchos más.

Hoy Nosotras te contamos acerca de esta organización que nació al notarse una trasformación del mercado tecnológico de América Latina. Es una iniciativa en pro del desarrollo de las mujeres en la tecnología que ofrece talleres de programación.

Qué es Laboratoria

Laboratoria nació como un proyecto piloto para estudiantes en Lima, Perú. Posteriormente, a partir de 2014, se fue expandiendo a Chile, México, Brasil, Colombia y Ecuador.

Se compone de varias comunidades en línea y ofertas de programas diseñados exclusivamente para abrir nuevas oportunidades a las mujeres dentro del sector tecnológico.

Este proyecto busca terminar con la brecha de género dentro del sector de la tecnología para poder lograr una economía digital diversa, inclusiva y competitiva.

Su objetivo son las mujeres de Latinoamérica, para que sigan construyendo un mejor futuro de este lado del continente.

Hasta ahora se calcula que ha impactado a más de 3,800 mujeres a través de sus bootcamps en habilidades técnicas y para la vida.

Su ayuda la brindan a todo tipo de organizaciones, desde pequeñas startups y hasta cualquier otro tipo de organización involucrada en el campo tecnológico, impulsando el talento técnico femenino que necesitan para promover el crecimiento de más mujeres en sus equipos.

Laboratoria: talleres de programación para empoderar a las mujeres

Foto: Pexels. Visual Tag.

Laboratoria cuenta con varias comunidades en las que las mujeres pueden desempeñar y desarrollar sus habilidades para entrar y crecer a una carrera transformadora en tecnología, que les ofrecerá las mejores oportunidades laborales. Cuentan con distintos niveles.

Su comunidad Código M es el primer paso para explorar el trabajo de esta organización. Aquí el aprendizaje es gratuito y oferta contenidos digitales sobre cómo ingresar al mundo de las tecnologías. Durante estos encuentros virtuales las mujeres pueden desarrollarse personal y profesionalmente, no importando la edad experiencia o condición.

También cuentan con programas tipo bootcamp para mujeres, enfocados en desarrollo web, diseño UX (que se dedica a la experiencia de usuarios de sitios web) y de análisis de datos. Son programas que duran 6 meses y que hacen énfasis en obtener empleos competitivos.

De acuerdo con datos de Laboratoria, tras completar el aprendizaje en un bootcamp el salario promedio mensual de una mujer puede ser de 750 dólares (12,727 pesos, aproximadamente).

La organización cuenta con su plataforma Laboratoria+, la cual por una membresía anual ofrece cursos en vivo en materia de liderazgo y tecnología. Además, se alía con diferentes empresas interesadas en impulsar el aprendizaje a través de las diferentes herramientas tecnológicas.
Las mujeres en la tecnología

De acuerdo con cifras que presentó el Instituto Mexicano para la Competitividad en 2023, si se sigue la tendencia actual faltarían 37 años para cerrar la brecha de género en nuestro país en lo que se refiere a disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).

Hasta 2022, en México solo 3 de cada 10 profesionistas STEM eran mujeres. En ese mismo año había 996,519 hombres con matrícula en algún programa de estas disciplinas, y solamente 494,753 mujeres.

De acuerdo con la Unesco, en el mundo solo 35% de quienes estudian una carrera universitaria STEM son mujeres.

Fuente: Nosotras.mx

¿Cuántas mujeres están detrás de nuestra canción favorita?

La música está por todas partes en nuestro día a día. Hasta hace poco, las mujeres que querían dedicarse a ella encontraban serias dificultades para hacerse un hueco en algunas de las etapas por las que pasa una composición musical hasta llegar al público. Se veían abocadas a ocupar roles feminizados: cantantes, encargadas de marketing, publicidad, etc. La música, como cualquier otra manifestación cultural, es susceptible de generar y transmitir construcciones de género y durante mucho tiempo ha estado controlada por una clase hegemónica con una ideología dominante. En este entorno todavía se censuran determinados comportamientos en las mujeres y se duda de las aptitudes intelectuales para realizar determinadas actividades musicales. Parece increíble, pero aún hoy, al escuchar una canción, imaginamos hombres en su creación, su edición, su grabación, etc. y esto nos parece tan aceptable que ni siquiera nos paramos a pensar en ello hasta que ocurre algo que rompe esta vigencia (compositoras, productoras, mujeres arreglistas, ingenieras de sonido, técnicas, etc.).

Imagen: Freepik.

Un sector con un gran impacto en la economía

La música se ha convertido en «industria musical» y en ésta podríamos distinguir varios niveles en función del entramado de profesionales que agrupan y del trabajo que desarrollan dentro de la misma. En un primer nivel nos encontraríamos con las personas que generan el proceso musical como compositoras, cantantes, instrumentistas, letristas o arreglistas. En un segundo nivel, se situarían las personas que trabajan en empresas cuyo objetivo es crear, promocionar y vender música grabada o en directo como las especialistas en sonido (ingenieras y técnicas de sonido), las personas encargadas de la producción musical, del management, los estudios de grabación, las compañías discográficas, las editoriales musicales… El último nivel correspondería a aquellas personas responsables de difundir y distribuir la música creada como las que trabajan en prensa musical, las encargadas de la promoción de espectáculos, las que se ocupan de las salas de conciertos con actuaciones en directo o de la venta al público.

La música, en todos sus ámbitos, se ha convertido en un sector estratégico de la economía mundial; esto incluye la explotación discográfica, los servicios musicales basados en acceso, las licencias musicales o la música en directo, sin olvidar sectores como el merchandising, el de la fabricación de equipos de sonido, de software, de instrumentos, etc.

Como ejemplo, durante el primer semestre de 2020, la industria musical en España aumentó sus cifras globales de ventas (físicas y digitales) en un 3,99 % respecto al mismo periodo del año anterior. Eso ha supuesto 145 millones de euros. Según la Asociación de Promotores Musicales, en el año 2019 se alcanzó una facturación en espectáculos y conciertos de música en directo de más de 382 millones de euros, cifra que alcanzó los casi 460 millones de euros en 2022.
Discriminadas en cualquier ámbito musical, en algunos más que en otros

La falta de paridad, la desigualdad de oportunidades, la brecha salarial, el acoso en el trabajo, el escaso reconocimiento profesional, la invisibilidad, el techo de cristal y los estereotipos de género, son realidades que las mujeres viven en sus entornos laborales. El mundo vinculado al sector musical no es una excepción.

Las cifras revelan que las mujeres están infrarrepresentadas en la mayoría de las áreas de la música. Es decir, que de forma global, la presencia femenina sólo alcanza un 30 %. Las causas pueden ser: posiciones de poder del sector que están en su mayoría ocupadas por hombres, exigencias personales y profesionales que se esperan de las mujeres y no de los hombres derivadas de la maternidad y los cuidados, sesgos de género como la creencia de menores habilidades creativas y técnicas en las mujeres, el cansancio de tener que demostrarlas continuamente frente a otros aspirantes masculinos, la indignación de tener que seguir ciertos roles sólo porque «son los que tocan por ser chica», la falta de referentes profesionales de mujeres en áreas específicas, unos ambientes de trabajo poco empáticos con ellas donde una masa laboral dominante masculina actúa como barrera con equipos donde sólo hay una mujer… Este factor es especialmente significativo en los estudios de grabación o en las giras de conciertos.

En definitiva, la industria musical reproduce el modelo estereotipado de la distribución laboral y mantiene entornos a los que las mujeres son relegadas por ser mujeres, porque hay cosas que se les dan muy bien desde que nacen (desafortunadamente, cosas lejos de las que se hacen en posiciones de poder).
Las mujeres detrás del cristal

Podemos encontrar muchas mujeres en áreas de marketing y comunicación, pero pocas en la parte técnica o de producción. Diversos estudios sugieren que, dentro de la industria musical, las áreas que tienen una mayor relación con los campos tradicionalmente asociados al mundo masculino, los de ciencias, las tecnologías, las ingenierías y las matemáticas, disciplinas STEM es decir, los campos que implican un gran grado de creatividad, tienen una menor representación de mujeres. Es como si hubiera una aceptación general de que lo femenino no está unido a la ingeniería. En los campos profesionales específicos del sonido y sus tecnologías asociadas (tanto en radio, películas, televisión, videojuegos…) están en un porcentaje muy bajo.

Imagen: Freepik.

A modo de ejemplo, en 2015, las mujeres representaban en Estados Unidos el 9,2 % en el ámbito de la ingeniería del sonido en relación con operadores de radio y de emisión de programas. El porcentaje respecto a la década comprendida entre 2004 y 2014 se situaría entre un 7 % y un 16 % de mujeres en este sector laboral. Otros datos nos muestran que aproximadamente un cuarto de las mezcladoras de sonido de la cadena británica BBC son mujeres.

Con todo, parece que esta discriminación de género es aún mayor dentro de la propia industria musical. Según la Recording Academy (2021) de Estados Unidos, al motivar el lanzamiento de su iniciativa Women in the Mix, comprobó que el 2 % de las productoras de música y el 3 % de las ingenieras de sonido en la música son mujeres. De hecho, un estudio que evalúa, entre otras variables, la inclusión de mujeres profesionales responsables de la producción musical en 800 éxitos de música popular entre 2012–2019, muestra que por cada mujer productora nos encontramos con 37 hombres.

Otro estudio llevado a cabo por The Music Producers Guild en el Reino Unido señala que menos del 4 % de sus miembros son mujeres. En definitiva, la mayoría de las investigaciones sugiere que las mujeres encargadas del tratamiento técnico del sonido, las «behind the glass», representan menos del 5 % en la industria musical.

Androcentrismo en la cultura, también en la música

La música, como expresión cultural y artística, está estrechamente vinculada con el contexto social en el que se desarrolla. Este sector cultural, además de estar construido desde una perspectiva masculina, está también constituido como un medio de perpetua hegemonía cultural y de control social.

No es muy probable que el éxito profesional de una persona sea consecuencia de «hacerse a sí misma», pero lo que está claro es que el concepto denominado capital social puede considerarse una piedra angular en la elección, el desarrollo y el ascenso de las carreras profesionales. Las normas y las redes de trabajo que atienden a determinados grupos impiden crecer a otros si esas normas son discriminatorias o si las redes de trabajo están segregadas socialmente. El rol del productor, ingeniero o técnico de sonido en la industria de la música ha estado ligado a la figura de un hombre que se desenvuelve dentro de un ambiente de trabajo asociado a nociones de poder. Las oportunidades de aprendizaje, los conocimientos y habilidades técnicas, tienen que servir en la práctica y en este sector, el uso de la tecnología está relacionado con la creatividad musical: en un estudio de grabación, en una mesa de mezclas, en el manejo de equipos de sonido…

Una investigación reciente analizó la composición por género de dos organizaciones con sedes internacionales que engloban un espectro muy amplio de profesiones relacionadas con la tecnología del sonido musical: la International Computer Music Asociation (ICMA) y la Audio Engineering Society (AES). Se observó que los menores porcentajes de mujeres que formaban parte de una y de otra organización eran la evidencia de una gran brecha de género; los valores oscilaban entre el 14,5 %–19,6 % a lo largo de una década para ICMA a tan sólo el 7 % en 2016 para AES. Esta menor representación femenina en AES, más ligada con la tecnología del sonido, nos da idea acerca de la infrarrepresentación de las mujeres en los campos específicamente relacionados con las áreas científico-tecnológicas de la industria musical.

La actual Junta Directiva de la sección española de AES, AES Spain, compuesta por un 22,2 % de mujeres, está presidida por una mujer. La representación femenina en la sección española es, sin embargo, 9 puntos inferior que la representación actual en la Junta Directiva de AES central que es del 31,8 %. No obstante, dicha Junta Directiva central no tuvo una mujer en la misma hasta 1984 (36 años después de su fundación) y solamente ha estado presidida por cinco mujeres a lo largo de sus más de 70 años de existencia.
Más allá de la voz de la cantante

La industria de la música es un sector de los más potentes y quizá la de mayor impacto dentro de las industrias culturales. Cuestionar el androcentrismo en puestos de producción e ingeniería del sonido en la música incita a una reflexión que tiene como objetivo impulsar un cambio social. Identificar sesgos y valorar cifras nos hace cambiar de perspectiva cada vez que escuchamos música. No sólo hay hombres en la autoría de una obra musical, no tienen por qué ser todo hombres en la edición de las partituras, en las grabaciones, en el tratamiento del sonido, en las mesas de mezclas, etc.

Es interesante repasar los sesgos y los entornos estereotipados que hay todavía en este sector cultural: la segregación en el empleo y el desequilibrio de estudiantes en las titulaciones STEM vinculadas con el sonido, las barreras que todavía hay para sortear el canon establecido en el campo técnico dominado por los hombres, lo que todavía parece intocable para las mujeres en cuanto a poner las manos en una mesa de mezclas, en el software de grabación, etc., las falsas creencias sobre la impronta que un autor, un creador, un artista, en masculino, deja en su obra, inercia, sesgos… Sin embargo, avanzamos y sabemos que las mujeres que trabajan en la industria musical contribuyen a crear identidades no tradicionales que se cuestionan cánones apolillados y abren oportunidades para que nos planteemos una nueva narrativa en todo este mundo de la música.

Cuando escuchamos una grabación o un concierto en directo sabemos que para que podamos disfrutar de esa experiencia ha intervenido mucha gente, sin olvidar a quienes acondicionan y limpian el estudio o recinto donde se celebra el concierto. En todas las etapas de la música, la diversidad de personas es un factor importante y necesario que enriquece todos los planos de la cultura, incluso el plano en el que brilla la canción que nos inspira, nuestra favorita.

Referencias

Asociación de Mujeres en la Industria de la Música (2022). Igualdad de género en la industria de la música
Asociación de Promotores Musicales (2023). Anuario de la música en vivo 2023
Barrios-Ruano, Francisca y Muñoz-Muñoz, Ana M. (2021). Androcentrismo en la industria musical: las mujeres en el sonido. ArtsEduca 30, 157–169. DOI: 10.6035/artseduca.5797
Escribano, Miguel Ángel, Muntanyola-Saura, Dafne y Gallego, J. Ignacio (2022). Las desigualdades de género en la industria de la música en España. Un estudio de metodología mixta. Debats 136/2, 43–60.
Smith, Stacy L., Pieper, Katherine, Clark, Hannah, Case, Ariana y Choueiti, Marc. (2020). Inclusion in the Recording Studio? Gender and Race/Ethnicity of Artists, Songwriters & Producers across 800 Popular Songs from 2012–2019
Desafío desigualdad en la industria musical, Radio Clásica, Longitud de Onda, 28 febrero 2024

Sobre la autora

Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.

Fuente: Mujeres con Ciencia

abril 18, 2024

Isabel Santagostino, experta del Banco Mundial: “A nivel global, las mujeres tienen en promedio el 64% de los derechos legales de los hombres”


La brecha de género en las oportunidades económicas de las mujeres es mucho mayor de lo que se estimaba, asegura el Banco Mundial en su informe más reciente: La Mujer, la Empresa y el Derecho. Una de sus coautoras, Isabel Santagostino, analiza acá los resultados según los cuales en todos los países del mundo las mujeres enfrentan obstáculos legales que afectan su participación.

Ningún país del mundo ofrece a las mujeres las mismas oportunidades que a los hombres en el mundo laboral, ni siquiera las economías más ricas. Esta fue una de las revelaciones de la última edición del informe La mujer, la empresa y el derecho del Banco Mundial publicado a inicios de marzo, que encontró que la brecha global es mucho mayor de lo que se pensaba.

Este estudio anual ofrece un panorama de los obstáculos que enfrentan las mujeres en la fuerza laboral y mide los entornos favorables para las oportunidades económicas en 190 países. Pero la última edición guarda una novedad: por primera vez se investigó el impacto de las políticas de cuidado infantil y seguridaden la participación laboral de las mujeres, dos aspectos que pueden ser cruciales a la hora de expandir o restringir sus opciones.

El organismo advierte que cerrar estas brechas de género no solo tiene un impacto positivo para las mujeres, sino que podría aumentar más de un 20% el Producto Interno Bruto mundial. Sin embargo, las reformas en esta área se han desacelerado de manera notoria.

En esta entrevista, Isabel Santagostino, especialista en Desarrollo del Sector Privado del Banco Mundial y coautora del informe, analiza los resultados del informe y entrega recomendaciones para Chile.

¿Cómo cambiaron los resultados tras incorporar estos dos nuevos factores: cuidado infantil y seguridad?

“Habíamos visto en el informe anterior que las mujeres tenían el 77% de los derechos de los hombres y que 14 países de 190 tenían una puntuación de 100. Pero las áreas de violencia contra la mujer y cuidado infantil son las que tienen puntuaciones más bajas a nivel mundial en todo el índice. Entonces, ningún país ahora tiene una puntuación de 100 y hemos visto que las mujeres tienen dos tercios de los derechos de los hombres: un 64%, solo agregando estas nuevas áreas y haciendo cambios en algunas preguntas”.

¿Qué importancia tienen las políticas de seguridad para el desarrollo laboral de las mujeres?

“Además de ser un tema de derechos humanos, hay muchísimos estudios que demuestran que la violencia contra la mujer tiene un impacto económico negativo para las empresas. Lleva a un mayor absentismo ya que muchas mujeres simplemente deciden no trabajar para no exponerse a situaciones de acoso sexual en el trabajo. No solo afecta la productividad, porque las empleadas no están enfocadas, sino también porque las quejas representan un daño económico para la empresa y un daño en su imagen. En general, la violencia contra la mujer tiene un costo económico para los países porque hay una serie de gastos que el país tiene que enfrentar –policiales, judiciales, médicos– y también hay una pérdida de capital humano. Alguien que está constantemente sujeto a violencia, aunque no sea física, porque también hay un impacto psicológico, no puede estar completamente presente y activo en el mercado”.

En el informe, la puntuación promedio mundial en este ítem fue de 36, lo que significa que las mujeres están amparadas por apenas un tercio de las protecciones legales que necesitan frente a la violencia doméstica, el acoso sexual, el matrimonio infantil y los femicidios. Y si bien 151 economías cuentan con leyes que prohíben el acoso sexual en el lugar de trabajo, solo 39 lo prohíben en los espacios públicos, lo que impide a las mujeres que usen el transporte público para ir a trabajar.

¿Y qué cambió el tema de los cuidados infantiles en esta medición?

“Esa también es un área muy importante. Nosotros antes analizábamos solamente las licencias de maternidad y las protecciones para que las mujeres sigan teniendo ese puesto de trabajo al regresar. Pero, ¿qué pasa después? Si no tienes a nadie que cuide de tu hijo o hija no puedes encontrar un balance”.

La pandemia evidenció una crisis de cuidados en todo el mundo, ¿dónde hay que poner más foco?

“Un tema que hemos agregado en el índice es si las personas tienen acceso al trabajo flexible porque también es un asunto muy importante y lo que hemos visto es que no hay muchos países que tienen este tipo de leyes. En América Latina y el Caribe, las tres áreas que tienen las puntuaciones más bajas son empresariado, cuidado infantil y seguridad. Las opiniones de los expertos también coinciden: seguridad y cuidado infantil efectivamente necesitan mucha mejora”.



La mayoría de los países tuvo un puntaje bajo en las normas sobre cuidado infantil, revelando una brecha difícil de cerrar: las mujeres dedican, en promedio, 2,4 horas al día más que los hombres a tareas de cuidado no remuneradas, la mayor parte, dedicadas a los niños. Solo 78 países proporcionan algún tipo de apoyo financiero o tributario a los padres y madres con hijos pequeños y solo 62 han establecido normas de calidad para los servicios de cuidado infantil.

En el informe se asegura que si se cerraran estas brechas, el PIB mundial podría crecer en más del 20%. A la hora de afrontar estas problemáticas, ¿cree que si se abordara de forma global, como un posible motor para la economía, se lograría generar más conciencia para impulsar estas iniciativas?

“Seguramente. Como mencioné antes, es un tema de derechos humanos, algo básico, pero cuando uno le pone un número, llama un poco más la atención. Tu empresa pierde un montón de plata cuando hay casos de acoso sexual y los países pierden un montón de dinero también. Donde hay discriminación básicamente se limita la participación y potencial del más del 50% de la población. También a nivel intelectual, creativo y otros tipos de talentos no están siendo utilizados. Entonces al cerrar estas brechas de género obviamente aumentaría muchísimo el PIB de los países”.

El informe evidenció que la brecha de género es aún mayor en la práctica. Por primera vez, el organismo evaluó la diferencia entre las reformas legales y los resultados reales para las mujeres: existe una brecha alarmante en la implementación.

¿Qué hallazgos encontraron sobre esta brecha?

“Hay 98 países en el mundo que tienen leyes que establecen un principio de la Organización Internacional del Trabajo de igual remuneración en el trabajo, pero solo 35 tienen políticas públicas para implementar esto. Es algo que vemos básicamente en todas las áreas. Hay muchos países que en los últimos años han adoptado leyes que van por el buen camino, por ejemplo Togo, que en el último informe es un ‘top performer’. Aumentó muchísimo su puntuación, pero hay una brecha enorme entre el marco legal y luego, su implementación. Uno lo entiende como un proceso que es secuencial, pero sí, hay países que hace tiempo que adoptaron ciertas leyes, pero a nivel de políticas públicas aún tienen mucho que mejorar.

Cuando analizamos los marcos de apoyo vemos que los países han establecido menos del 40% de las políticas públicas que son necesarias para la implementación de las leyes”.

Al ser preguntada por los países que podrían servir de ejemplo, Santagostino explica que ningún país cuenta con una puntuación máxima, pero hay países que se acercan tanto en marcos legales, como en marcos de apoyo, es decir las políticas públicas y el acceso a la justicia que faciliten la implementación de esas leyes. Nombra a Canadá, Reino Unido y Francia.

¿Cómo ve la situación en Chile?

“En los marcos legales, Chile tiene las puntuaciones más bajas en las áreas de seguridad, violencia contra la mujer y empresariado. En seguridad, tiene una puntuación de 50 porque lo que hemos visto es que no hay sanciones penales para casos de acoso sexual en el trabajo. Hay una prohibición de acoso sexual, pero luego no hay medidas. Tampoco existen este tipo de medidas en temas de acoso sexual en la educación y de acoso cibernético. Por otra parte, en lo que tiene que ver con la violencia doméstica, la legislación no incluye la violencia sexual y económica en su definición. En general, es una buena práctica que cuando se defina la violencia doméstica se cubran cuatro tipos: física, psicológica, sexual y económica”.



Hablas de la violencia económica: un tema que se está debatiendo en Chile es la modificación al régimen de sociedad conyugal.

“Esa es otra área que también hemos señalado que habría que reformar porque básicamente en la ley chilena todavía existen diferencias entre los cónyuges en la administración de los bienes matrimoniales. Bajo el régimen de la sociedad conyugal, el marido tiene la autoridad de administrar la propiedad de ambos a menos que hayan optado por la separación de bienes. Hemos visto que 18 países en el mundo establecen esta desigualdad en la administración de los bienes en el matrimonio y Chile es el único en América Latina y el Caribe que tiene este tipo de leyes”.

¿Cómo es la evaluación en el ítem de empresariado?

“Hemos visto que la ley no prohíbe la discriminación en el acceso al crédito por motivos de género y tampoco se establece una cuota de género para las juntas directivas de las empresas o hay disposiciones que tengan perspectiva de género para los procesos de adquisiciones públicas. Por esto, en el área de empresariado la puntuación es de 25.

Luego, con lo que tiene ver con los marcos de apoyo, las puntuaciones más bajas están en trabajo y remuneración. No existe un organismo especializado que reciba denuncias de discriminación por motivos de género en el empleo; el gobierno no ha publicado directrices sobre la no discriminación por motivos de género en la contratación; tampoco hay directrices en relación con las modalidades de trabajo flexible. Con relación a la remuneración, no existen medidas de transparencia salarial o mecanismos de cumplimiento para abordar la brecha salarial y tampoco se han publicado datos desglosados por sexo sobre el empleo en diferentes industrias o sectores. Esa es la mejor manera de poder diseñar una política pública más sensible al género. Por último, con relación a las opiniones de los expertos, ellos creen que en temas de trabajo y pensión las mujeres también viven más desigualdad”.

¿A qué conclusiones generales se pueden llegar con estos datos?

“Algo que hemos observado cuando hemos analizado nuestros datos con otros tipos de variables es que donde hay más igualdad de género, más mujeres participan de la fuerza laboral, más mujeres son propietarias de empresas, tienen salarios más altos y las economías son más fuertes y resilientes. Creo que estos son datos importantes que resaltan la importancia de seguir trabajando en estos temas y seguir haciendo reformas”.


Por María Paz Salas
Fuente: La Tercera, Paula

Uruguay. Reducir la brecha salarial de género: claves hacia una remuneración igual por un trabajo de igual valor

Daina Green.
Foto: Diego Vila

Uruguay ratificó hace 35 años el convenio 100 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que obliga a aplicar el principio de igualdad de remuneración entre hombres y mujeres “por un trabajo de igual valor”. Sin embargo, no ha promovido políticas ni creado mecanismos para abordar la brecha salarial desde esa perspectiva. Tampoco ha aprobado una ley de equidad salarial que vaya en este sentido, pese a los cuestionamientos de organismos internacionales como Naciones Unidas o la propia OIT.

Estas son algunas de las observaciones que hace la especialista canadiense Daina Green, que trabajó durante más de 30 años como asesora laboral en equidad salarial y de género de sindicatos, grupos comunitarios, organizaciones sociales e incluso gobiernos, tanto en Canadá como en diferentes países de América Latina y el Caribe.

Green estuvo la semana pasada en Montevideo –donde planea radicarse– para liderar el taller “Igual remuneración por un trabajo de igual valor: ¿qué pasa en Uruguay?”, coordinado por la fundación Friedrich-Ebert-Stiftung en Uruguay (Fesur) y dirigido a sindicalistas, asesores y personas involucradas en la construcción de políticas públicas.

Una de las principales ideas que expuso es que el concepto “igual trabajo, igual salario”, que los feminismos convirtieron en una de sus clásicas consignas, no sirve para avanzar en la equidad de los sueldos cuando está tan arraigada la segregación ocupacional de género, es decir, la concentración de las mujeres en ocupaciones tradicionalmente asociadas al estereotipo de “lo femenino”. La explicación es bastante simple: muchas veces, las mujeres se encuentran en lugares donde no hay hombres con los que comparar su salario. En cambio, pensar en “igual salario por un trabajo de igual valor” permite comparar puestos distintos y observar las diferencias en los sueldos teniendo en cuenta el valor del trabajo que realizan. Así, los ingresos de las mujeres aumentarían.

Unas horas después de dar el taller, la especialista conversó con la diaria sobre qué criterios hay que tener en cuenta para “revalorar” el trabajo de las mujeres.
El foco en el valor

Green señaló que los principales motivos que explican la brecha salarial de género tienen que ver con la “falta de acceso de las mujeres a los trabajos mejor remunerados”, la “segregación en trabajos que son en general de baja remuneración” y la “falta de acceso a oportunidades por las responsabilidades de cuidados que tienen”, que muchas veces “las impiden de acceder a horas extras, a viajes, a cosas que ayudan a su ascenso y también a la formación”. En Uruguay, por ejemplo, se estima que las mujeres dedican 14 horas semanales más al trabajo no remunerado que los varones .

Pero hay otro motivo que explica esta brecha, uno menos visibilizado y “poco entendido”, que tiene que ver con la infravaloración de los trabajos femeninos, que, “en Uruguay, como en otros países de América Latina, se concentran en cuidados, atención de salud, educación, venta minorista (o sea, trabajo en tiendas) y administración”, dijo la experta. En este escenario, la propuesta no es que “las mujeres salgan de los cuidados sólo para poder ganar mejor, porque alguien tiene que quedarse cuidando a los ancianos, los niños, los enfermos”, sino “cambiar el valor social de su trabajo para que no tengan que cambiar de trabajo”, señaló Green. Esto quiere decir que, para equiparar los ingresos entre mujeres y hombres, lo que hay que hacer es revalorar la remuneración de los trabajos tradicionalmente feminizados.

La especialista afirmó que esto requiere de una ampliación de los criterios de remuneración, introduciendo elementos que “nunca nadie valoró”, con base en cuatro categorías que propone la OIT: competencias, responsabilidades, esfuerzos mentales y físicos, y condiciones de trabajo.Apoyá nuestro periodismo.

En condiciones de trabajo, por ejemplo, Green mencionó “la exposición al sufrimiento de otros”, como es el caso de las personas que trabajan “en las escuelas, en los centros de salud y los policías, que tienen que enfrentarse al sufrimiento humano y no están ahí para remediarlo, porque tienen que seguir haciendo su trabajo, pero eso lo llevan en el corazón, y eso nunca se ha contado y es una condición muy difícil”, detalló la especialista. Otro elemento es la “interrupción de la vida personal”, como puede pasar en los trabajos que requieren estar de guardia los fines de semana o cumplir horarios nocturnos. “Eso también tiene un peso, es una condición que interfiere con tu capacidad de llevar tu vida personal, y eso tiene que contarse”, agregó Green.

En materia de esfuerzos, abogó por mirar más allá de “cuál es el peso de las cosas que tienes que mover” y poner el foco también en “la fatiga que genera el uso repetitivo de músculos más pequeños”, por ejemplo. La otra cara es el esfuerzo mental: “Tener que manejar diferentes procesos al mismo tiempo, el famoso multitasking, que es muy característico del trabajo de las mujeres, es un esfuerzo mental, y nunca se ha tomado en cuenta”, apuntó.

Respecto de las responsabilidades, mencionó la coordinación de procesos, la gestión de cuidados o la responsabilidad por el bienestar y seguridad de otras personas, mientras que en competencias resaltó “la capacidad de persuadir, de calmar, de entender, de empatizar; cosas que nunca se contaron”.

“Cuando se examina un cargo con esa amplitud, con los lentes de género, encontramos que las mujeres no reciben la remuneración por todas sus competencias”, enfatizó Green, y dijo que muchas veces esto pasa por los “prejuicios” que persisten y que hacen que algunas competencias no se valoren porque se consideran “innatas” para las mujeres, como cocinar o cuidar. Para la asesora, “al darle crédito económico, se va a cambiar el valor de esos trabajos”, por lo tanto, las mujeres van a tener mejores sueldos y la brecha se va a reducir.

Puso un ejemplo bastante ilustrativo: “Si miramos la responsabilidad de un ingeniero y de una auxiliar de enfermería, y contamos la responsabilidad en esas dos partes, ¿a cuántas personas supervisa la auxiliar de enfermería? Cero. ¿Cuánto dinero maneja? Cero. Entonces, ella quedó abajo y el ingeniero más arriba. Pero si damos créditos o acreditamos la responsabilidad que lleva ese cargo, ella va a ganar más”. “Si vemos responsabilidad por responsabilidad, visibilizando lo que es invisible en los sistemas de clasificación, vamos a ver que las mujeres merecen un aumento de salario”, concluyó.
Uruguay en deuda

Green señaló que Uruguay “no está aplicando” el convenio 100 de la OIT que ratificó en 1989 y que reconoce el derecho a una remuneración igual por un trabajo de igual valor. En realidad, dijo que “ningún país lo ha cumplido cabalmente” y el motivo es “el machismo imperante”, además de la cuestión económica, “porque el sistema funciona con el trabajo de las mujeres que lo subsidian”.

Por otra parte, la experta consideró que “uno de los problemas más grandes” que ha tenido nuestro país es no sólo que “no ha hecho un análisis de la brecha”, sino que, al mismo tiempo, no ha aprobado una ley de equidad salarial. “Esto es cuestionado todos los años por ONU Mujeres y por la OIT” y, ante el reclamo, Uruguay responde “que no ha llegado a una definición de remuneración” o sobre qué es el trabajo de igual valor. “Ahí está el asunto”, puntualizó Green, “porque el trabajo de igual valor, por lo general, solamente se puede definir mirando aspectos desapercibidos de los trabajos femeninos, las cosas que no se cuentan en la valoración y en la fijación de salarios”.

Hay una referencia al tema en la Ley 16.054, que prohíbe “toda discriminación que viole el principio de igualdad de trato y de oportunidades para ambos sexos en cualquier sector o ramo de la actividad laboral”, incluido el que define el criterio de remuneración. Todo lo demás, por ahora, son proyectos de ley que permanecen encajonados (ver recuadro).

Dos iniciativas en el Parlamento

La comisión de Equidad y Género de la Cámara de Representantes tiene a consideración dos proyectos de ley vinculados a la brecha salarial. Uno fue presentado en marzo de 2021 por la diputada Nibia Reisch (Partido Colorado) y establece que “todo empleador, público y privado, deberá dar cumplimiento al principio de igualdad de remuneraciones entre hombres y mujeres que presten un mismo trabajo, no debiendo incurrir en ninguna forma de discriminación directa o indirecta”.

El otro, impulsado por la bancada del Frente Amplio en junio de 2022, apunta a crear un área en el Instituto Nacional de las Mujeres que se encargue específicamente de sistematizar los datos sobre la brecha salarial de género. Esta iniciativa reconoce en la exposición de motivos que el indicador es “limitado”, ya que pretende “evidenciar” las “diferencias de género en los ingresos laborales para las mismas tareas entre varones y mujeres”, pero “no toma en cuenta otro conjunto de desigualdades que están asociadas a las diferencias en remuneraciones” como, por ejemplo, la “desigual distribución del trabajo no remunerado dentro de los hogares”.

Ninguna de las dos iniciativas registró avances recientes en el trámite parlamentario.
Seguir el ejemplo

Para Green, Brasil es hoy un modelo a seguir en la región, sobre todo desde que aprobó a mediados de 2023 una ley que establece que los criterios de igualdad de salario son obligatorios para mujeres y hombres “por realizar un trabajo de igual valor o desempeñar la misma función”.

Entre otras cosas, la nueva normativa dispone que las empresas con 100 o más empleados deben proporcionar informes semestrales transparentes sobre salarios y criterios de remuneración, con información que permita comparar sueldos y salarios entre mujeres y hombres. Prevé sanciones administrativas si se registra alguna irregularidad y multas en los casos en que una mujer perciba menos que un hombre haciendo la misma tarea. Además, contempla la indemnización por daño moral en situaciones de discriminación por razón de género, raza, etnia, origen o edad.

En una fase inicial, cerca de 50.000 empresas brasileñas se vieron obligadas a brindar información sobre cuáles son sus criterios de remuneración y qué programas de incentivo llevan adelante para fomentar el liderazgo de las mujeres y su ascenso. La sistematización de esa información aparece en una encuesta publicada el mes pasado que reveló, por ejemplo, que la disponibilidad para el trabajo y los objetivos de producción, entre otros criterios de remuneración, son alcanzados más por los hombres que por las mujeres, y que eso se explica porque ellas generalmente “tienen interrupciones en su jornada laboral” vinculadas al cuidado de niñas, niños y otras personas dependientes.

Green dijo que “hay que seguir de cerca” cómo se implementa y consideró que si Brasil, que ocupa gran parte del continente, “puede hacerlo y puede hacerlo con agilidad, Uruguay también”.

Por Daina Green, asesora laboral en equidad de género, asegura que es necesario ampliar los criterios de remuneración para introducir elementos que “nunca nadie valoró” y que harían que aumenten los salarios de las mujeres.
Fuente: La Diaria

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